7/11/07

MANUAL DE SUPERVIVENCIA PARA GUIONISTAS / 14

Para llegar a tener una carrera más o menos satisfactoria, entre otras muchas cosas, hay que saber elegir: entre reescribir y vaguear; entre respetar las críticas ajenas o repelerlas con andanadas de frases "es que"; entre replantearse una y otra vez cada idea, o ir de sobrado por la vida...

También hay que saber elegir cuando un trabajo se acaba, el teléfono deja de sonar, y parece que uno ha dejado de existir (cosa que, tarde o temprano, le pasa a TODO guionista y que, por sí sola, justifica la necesidad de ahorrar). En ese momento hay que elegir entre quedarse junto al teléfono como un patético, o romper el cerdito y tomarse unas vacaciones. O sea, elegir entre casa rural, playa solitaria o capital cosmopolita.

Habrá otros momentos en que el teléfono no pare de sonar. Uno recibe una oferta cada dos o tres días, todas interesantísimas, y casi todas incompatibles. (Por cierto, yo estoy en uno de esos momentos, así que gracias a todos los que hacéis sonar mi teléfono. Ojalá no tuviese que elegir.) Para tomar una decisión en uno momentos así, hay que atender a tres criterios:

· Afinidad con el proyecto: ¿Me apetece? ¿Me gusta el material? ¿Sabré escribir esto? ¿Sabré hacerlo atractivo?

· Viabilidad comercial: ¿Se llegará a rodar? ¿Se llegará a estrenar? ¿Sabrán Producción y Dirección tratar el material adecuadamente?

· Condiciones de trabajo/remuneración: ¿Podré trabajar en pijama o me tendrán yendo y viniendo todo el día? ¿Cuántos meses voy a estar liado con esto? ¿Cuánto me van a pagar? ¿Qué hay de las pequeñas gabelas?

Si unos trabajos interfieren con otros, habrá que atender también al criterio de Fidelidad: ¿Podré compaginarlos bien? O, en caso contrario, ¿podré irme de mi trabajo anterior sin causar graves problemas?

Dado que muchos de los noveles que me leen creían que sus problemas acaban cuando encuentran trabajo, imagino que algunos de ellos estarán pensando "coño, qué complicado".

Pues les he contado las decisiones fáciles.
Las difíciles vienen ahora.
Y no son profesionales.

Lo más complicado de cara a la vida profesional de un guionista es elegir pareja.

Sí, pareja.

La de guionista es una profesión jodida. Uno nunca sabe muy bien de dónde salen las ideas geniales; por qué unos días está inspirado y otros no; ni si un día se levantará habiendo perdido definitivamente el talento o las ganas. Todas esas inseguridades nos convierten en seres temblorosos, irritables y, frecuentemente, con propensión al catarrazo.

Como, además, muchos de nosotros trabajamos mayormente en casa, descalzos o empijamados; y en una tarea fundamentalmente solitaria, resulta que en períodos de mucho trabajo tendemos, para más inri, a desarrollar un carácter huraño y asilvestrado.

¿Creen que hay muchas personas dispuestas a soportar eso de su pareja?

Puede que al principio sí, pero al cabo de unos pocos años, quizá no sea lo mismo. Lo que parecían graciosas excentricidades pueden convertirse en manías insoportables. Esa envidiable libertad de horarios a veces nos transforma en tipos caóticos, inaccesibles, que insisten en trabajar noches o fines de semana, y holgazanear en las mañanas laborables; tipos inútiles que nunca están disponibles para comer con la suegra o llevar el coche a la ITV.

He perdido la cuenta de los compañeros y compañeras de profesión que han tenido un fracaso matrimonial, o al menos que han tenido que enfrenterse a un ultimátum conyugal. Un ultimatum del tipo "si vas a trabajar este fin de semana, no te molestes en volver". Y es que es casi imposible compatibilizar la anti-rutina de un guionista con la de un funcionario, un empleado de banco o cualquier otro nine-to-fiver.

Por eso mi consejo es más o menos el siguiente (y creo que vale no sólo para guionistas, sino también para directores, actores, operadores y otros seres anti-horarios): búscate una pareja con más aspiraciones creativas que materiales. Alguien que sea capaz de entender la pulsión que te mantiene una noche en vela porque un diálogo no acaba de estar perfecto; a aceptar un trabajo de mierda en el culo del mundo porque tiene pinta de ir a quedar muy bien; a pasarte todos los puentes del año y la mitad de las vacaciones rodando cortos por media España porque, lisa y llanamente, te pone.

Les deseo suerte.
Yo la tuve.

No hay comentarios: