30/8/08

YO ME TRAJE UN CORTO, UN CORTOMETRAJE

Hernán Casciari, Gran Jefe de la blogosfera castellanoparlante, ha publicado un interesante post en Espoiler, su blog de El País. Se titula Cortos de Vista, y está centrado en esta paradoja:


¿por qué la tele española le da espacio nocturno y libre a los timos del SMS, noche tras noche, y nunca podemos ver allí cortometrajes?


Casciari, en su propuesta de incluir el cortometraje en la programación regular de las cadenas, incluye en su post cuatro ejemplos de éxito, disponibles en YouTube: 7.35 de la mañana de Nacho Vigalondo, Exprés de Daniel Sánchez Arévalo, Éramos Pocos de Borja Cobeaga, y El Encargado de Sergio Barrejón.

En ese puñado de títulos se concentra un buen montón de amigos míos, además de mucho talento y buen hacer. Es una selección muy acertada: un ganador del Notodo, los dos nominados al Oscar, y un estreno reciente, El Encargado, de la factoría Arsénico. Pero la selección se me queda un poco corta. Yo habría incluido, por ejemplo, Paseo de Arturo Ruiz Serrano, mi favorito para el Goya de este año...



... Atracciones de Oriol Puig, que no sé qué hace que no saca otro corto pero ya:



... Messenger y Cirugía, de Alberto González Vázquez, el hombre que reprodujo el Experimento Kulechov cambiando a Ivan Mosjoukine por Ortega Cano:





... Y El Ataque de los Robots de Nebulosa 5 de Chema García Ibarra:



Y por hablar de lo que se nos viene encima, habría comentado que estos días se rueda en Barcelona 2 Manos Zurdas de Antonio Trashorras. Con Unax Mendía en la fotografía; Javi Alvariño en la Dirección de Arte; y Nahikari Ipiña con M.A. Faura en la producción, 2 Manos Zurdas tiene toda la pinta de ir a ser uno de los cortos más importantes del año que viene.

José Luis Romeu, montador del corto, paseando por el set. La foto es de Eugenio Mira.


Pero basta de namedropping. Aparte de darme la excusa para poner aquí tres de mis cortos favoritos, el post de Casciari me ha impulsado a contestarle por sus dos primeras frases. Que dicen así:

Desde hace algunos años España demuestra un imponente poderío audiovisual en un género alucinante: el cortometraje. Por fin (ya era hora) hay una nueva cantera fuerte y creativa que nos augura una mejor tele de ficción para los próximos años.


Nadie desearía más que yo que eso fuese verdad. Pero que la tele de ficción en España sea mejor en los próximos años no depende para nada del talento de los creadores. Talento ya hay, a patadas. Y desde hace mucho. En los platós. En los azarosos lugares donde se escriben los guiones. En las salas de montaje.

Pero no es en esos sitios donde se decide la programación.

Es en los despachos.

Y es en los despachos donde se decide que los guiones deben ser largos, discursivos y contener toneladas de diálogo. Es ahí donde se decide que Resines cobre lo que cobra, pero no hay dinero para documentalistas, para efectos, o para rodar un exterior decente. Es ahí donde se decide que los platós no deben tener sombras, que siempre hay que tener en plano a la persona que habla, y que EL TETRABRIK DE PULEVA no se ve bien, gíralo un poco y dale más luz.

Demuéstrenme que algo está cambiando en los despachos, y yo seré el primero en celebrarlo. Tráiganme una prueba. Yo traeré el cava.

BUEN TRABAJO, HIJOS DE PUTA

Pepe Rubianes dijo una vez, y tuvo que pagar por ello:

"que se metan a España ya en el puto culo, a ver si les explota dentro y le quedan los huevos colgando de los campanarios".


Qué exabrupto más gráfico. Qué capacidad evocadora: sexo anal, explosiones y castración. Obviamente, ése es su mayor pecado. Decir "puta España" hoy en día tampoco es para tanto. Pero decirlo con gracia, de forma poética... Eso es imperdonable. Es lo mismo que pasó con la portada de El Jueves: el problema no era el chiste. Lo chungo fue poner a Letizia a cuatro patas.

A lo que vamos: mi teoría es que, de no haber incluido la palabra CAMPANARIOS, lo de Pepe Rubianes tampoco habría ido más allá. Habrían protestado los mismos, pero total, para nada. La gota que colma el vaso es la inclusión de esa palabra que remite, inevitablemente, a la imagen de una iglesia. Y por ahí ya no pasamos: puta España, culos reventados y huevos colgando, sí. Pero si pasa una monja por el fondo, la hemos liado.

Resumiendo, que la Iglesia Católica ha hecho un gran trabajo. Con todos nosotros. Sí, contigo también. Llevamos grabados a fuego un montón de preceptos católicos que condicionan nuestra forma de pensar. Y la peor parte la llevan las últimas generaciones, le gente de menos de treinta. Porque ellos lo llevan... y no lo saben. Han crecido en democracia, les sonaría a chino básico si les dices que en su infancia han sido manipulados por una secta. Y eso que les bastaría con echar un vistazo al álbum familiar para verse vestidos de marinerito o de pastel de merengue.

¿Ejemplos? Para aburrir. Pero vamos a dar uno: César Sabater es un guionista de Valencia, autor de cortos cachondísimos y con un blog que leo habitualmente. En general tiene mucha gracia... pero se le acaba de ver la bicha. César ha ido al cine y ha visto "Una Palabra Tuya", de Ángeles González-Sinde. No le ha gustado nada. Y dice así:

"El cine patrio lleva años empeñado en la producción de zurraspas, eso sí, hechas con mucho cariño. Y, a veces, hasta buenas intenciones.

Todo esto viene a raíz del estreno de "Una palabra tuya", la última película de la Presidenta de la Academia de Cine. Detengámonos en su sabia ¿? fórmula: juntamos una novelica de éxito, metemos a dos actrices de esas que salen por la tele en series de mucha risa y tenemos la cosa enfilá. Factura plana y seca, que eso da sensación de sobriedad y de estar contando cosas súper importantes."


En apenas párrafo y medio ha incurrido en las mismas malas artes que los locutores de la COPE cuando hablan de un estreno español: casi todo el cine español es malo (y tonto, porque lo es adrede); si alguien tiene una vida pública ajena a su cargo en esta película se resalta con ánimo burlesco; las novelas de éxito son basura; y salir en la tele rebaja la cualidad artística de los actores.

Ya lo decía Borau: "cuando uno ve una peli americana y no le gusta, dice qué mala era esta peli. Cuando ve una peli española y no le gusta, dice qué malo es el cine español."

Que lo diga un ignorante, da igual. Es como decir que el doblaje español es el mejor del mundo, o que en el extranjero no hay tanta marcha como en España. Leyendas que andan por ahí. Small talk. Pero cuando estas cosas las dice un chaval sanote, talentoso y que se considera de izquierdas, algo pasa.

Inciso: yo no voy a bautizos. Las bodas tampoco me gustan, pero como ceremonia civil tienen su sentido, así que en algún caso excepcional puedo transigir con su ridícula versión católica. Pero el bautizo es genuinamente sectario. Consiste en lavar el pecado original. O sea, en decirnos que nacemos ya con deudas, y que saldarlas nos va a costar Dios y ayuda. Y por ahí no paso. La gente dice que soy un recalcitrante, pero yo miro a estos chavales renegar del cine español con esas palabras, y lo que veo es una generación acojonada, que tiene miedo de cometer los errores de sus padres, que se siente obligada a gritar "yo no soy así". Que es capaz de agarrarse a un clavo ardiendo para obtener el perdón.

Y es que así funcionan las sectas. Primero, identifican la debilidad de su público: inseguridad en cualquiera de sus variantes. Segundo, potencian esa inseguridad con mensajes que van desde "el apocalipsis está a la vuelta de la esquina" hasta el sencillo y contundente "ya eras pecador desde antes de nacer". Y tercero, ofrecen la redención/salvación a cambio de la observancia de determinadas reglas de la congregación. Partiendo siempre del arrepentimiento y la penitencia.

Mirad, chavales: concebir el cine español como un sujeto único, consciente y responsable de sus actos, y empeñado en hacer las cosas mal, tiene la misma consistencia intelectual que creer en Satanás. Decir "renuncio a Satanás" tiene el mismo valor que decir "voy a dejar de hacerme pajas". Y maldecir las subvenciones, el enchufismo, y la crisis creativa viene a ser lo mismo que hablar de pecado original, de paganismo y de debilidad de la carne.

Como vosotros sabéis perfectamente, sólo somos personas. Cada uno lo hace lo mejor que puede. Algunos la pifian, otros lo bordan. Uno puede decidir que los que la pifian son "el cine español", y que el 10% que lo borda es una mera excepción. Pero si os dais una vuelta por el mundo real, comprobaréis que, efectivamente, el 90% de TODO es mierda.

Sólo sois personas. No tenéis que pedir perdón a nadie. Este trabajo ya es lo bastante jodido sin tener que andar pensando si vamos a defraudar a papá o a Dios. Hacedlo lo mejor que podáis. Casi con toda seguridad vosotros tenéis más cosas que enseñar que vuestros profesores. Pero hacedlo con respeto. Aunque sólo sea porque todas las generaciones se han creído cojonudas cuando tenían vuestra edad. Incluida aquella de la que os burláis.

Otro día, cuando hayáis apostatado, hablamos de la "factura plana y seca" y de presupuestos, distribución y marketing.

26/8/08

JACINTO ANTÓN, SUPERVIVIENTE



El señor de la fotografía se llama Eduardo Strauch. Sobrevivió a un accidente aéreo tan tremendo que cuesta no establecer comparaciones con el de la semana pasada en Madrid. ¿Acaso ustedes no preferirían morir en el acto a pasar 72 días perdido en los Alpes?

Yo sí. Especialmente después de leer la entrevista que le hizo Jacinto Antón en El País. La reproduzco a continuación. (Las negritas son mías.)


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ENTREVISTA: ALMUERZO CON... EDUARDO STRAUCH

"No hable sólo de antropofagia, por favor"


JACINTO ANTÓN 25/06/2008


Eduardo Strauch ha sobrevivido a un accidente aéreo, ha aguantado 72 días en los Andes con lo puesto y ha practicado la antropofagia, pero es un hombre tímido. Uno puede confundir al principio esa timidez con suspicacia, pero Strauch, uno de los 16 supervivientes del célebre episodio inmortalizado en ¡Viven! (el libro y, después, la película) y ahora objeto de un conmovedor documental, Náufragos, de Gonzalo Arijón, no pone ningún reparo a tratar los aspectos macabros de aquella dramática aventura. Una sola petición: "Por favor, cuando escriba, no hable sólo de antropofagia". Quedar para comer con un superviviente de la tragedia de los Andes tiene su aquél. Él pide verdura y pescado, pero no arruga una ceja cuando su comensal se inclina por el entrecot al punto. "No, no soy vegetariano. Me gusta la carne. Es cierto que al volver de los Andes pasé unos meses sin comerla". También le costó volver a volar. Pero lo ha hecho, como ha regresado, varias veces, a aquella cumbre doliente, en la que quiere que al morir esparzan sus cenizas.

El tema de la antropofagia va saliendo en la comida. "No tengo ningún problema para hablarlo. La curiosidad me parece normal. No me siento distinto por haber comido carne humana; tampoco lo percibí como una comunión, pero eso ayudó a algunos". Strauch tiene un porte elegante y educado. Se declara agnóstico. Cumplirá 61 este año pero conserva parte del atractivo de aquel joven jugador de rugby del que tres chicas se declararon sus novias cuando le dieron por muerto en los Andes. Arquitecto, casado, con cinco hijos de edades entre 17 y 27 años, dice que su relación con la historia de la tragedia ha ido variando en intensidad, pero que siempre le ha acompañado. "Un 20% de mí está todavía en la cordillera, y no quiero que baje", explica. "Nunca tuve problemas de conciencia, ni pesadillas, pero lo que vivimos allí fue algo tan conmovedor... Estoy seguro de que he ido haciendo una sanación, una autoterapia; sin embargo, aún hay duelo". Eduardo Strauch, que contaba 25 años, formó parte allí arriba del núcleo duro: fue de los que se encargaron de obtener y distribuir la carne de los cuerpos -una tarea que "no era grata"- durante los 65 días que los consumieron. Tomaban poco cada vez. Empezaron, dice, por los que conocían menos, pero nunca trascendía exactamente de quién se trataba. No se limitaban a la fibra. También comieron tuétano. Hacer uso de "cierto humor negro" les ayudó mucho en el trance, y ofrecerse ellos mismos: "Si muero, comédme, nos decíamos unos a otros". Considera que la fortaleza mental fue decisiva para sobrevivir. Recuerda el impacto, la sensación de irrealidad, el ruido infernal, el instante de silencio y luego los gemidos. Fue su primera relación con la muerte. No se considera valiente -"del montón"-, pero sí pragmático. "A otros les costó mucho la decisión de la antropofagia, se les cruzaban reflexiones religiosas, filosóficas. Yo lo tuve muy claro. Y estoy muy contento de haber podido lidiar con todo aquello". Ha podido hablarlo con sus hijos e incluso responderles a qué sabe la carne humana: "A vacuno". La de los Andes es una historia con muchos ingredientes, con perdón por la palabra, pero sin sexo: "No hubo, todo ese tiempo se nos olvidó".

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550 palabras de entrevista, y Jacinto Antón se las arregla para escribir cinco veces la palabra "antropofagia", y aludir al asunto otras diez veces, algunas de ellas con cachondeíto incluido. Y de remate, titula el artículo precisamente así: "No hable sólo de antropofagia, por favor".

En realidad, yo ya sabía que la cosa pintaba mal a mitad del primer párrafo. Concretamente, cuando Jacinto Antón se refiere a sí mismo en tercera persona. Cuado un periodista se considera a sí mismo parte de la noticia, mal vamos.

Claro, que es comprensible. Jacinto Antón, periodista, puede presumir de un logro no inferior al de Strauch. Porque sobrevivir dos meses y medio perdido en mitad de una cordillera helada, y luego rehacer tu vida... no está mal. Pero sobrevivir a un año de la asignatura de Deontología Profesional que se imparte en todas las Facultades de Ciencias de la Información, y que te resbale todo lo que en ella se imparte... eso sí tiene mérito.

Recuerden: si un día se convierten en personas relevantes y les entrevista un tal Jacinto Antón, pídanle un favor: "cuando escriba, no hable sólo de la madre que le parió".

24/8/08

BACK TO SCENE

Este post es una respuesta a “Soy un ladrón de mierda”, de Chico Santamano, que a su vez era una respuesta a “Daniel Sánchez Arévalo nos llama ladrones e incultos”, de Alberto Abuín, que respondía al “Un mendigo del cine”, de Daniel Sánchez Arévalo.

Tómense unos minutos para leer el artículo de Santamano; añadan el blog de Chico a sus suscripciones RSS; hagan veinte flexiones por no haberse suscrito hace tiempo, y ya pueden seguir.


Señor Santamano: acabo de leer su artículo, y el relacionado de Sánchez Arévalo (el otro no: las palabras "Blog de Cine" me dan mal rollo. Seguro que si las dices tres veces frente a un espejo a medianoche pasa algo chungo). Me interesa el tema que trata, y me parece que algunas de las cosas que dice están equivocadas, así que con todo respeto, le voy a rebatir. Iba a ponerle un comentario, pero me parece de muy mal gusto publicar comentarios más largos que el post a comentar, así que allá vamos:

Dice usted: “Conseguir pelis a través de internet es gratis”. Pues ya me contará cómo consiguió el chollo, porque a mí Jazztel me cobra cuarenta y tantos euros por el ADSL. Todos los meses.

Dice usted: “Soy un ladrón de mierda”. Hasta donde yo sé, ser ladrón consiste en obtener un beneficio económico apropiándose de lo ajeno. Bajarse películas del P2P no encaja en esa definición. Por dos razones:

  1. Si yo me descargo, pongo por caso “Desde que amanece apetece”(Dios me libre) no me estoy apropiando de lo ajeno. Sólo estoy realizando una copia. No es lo mismo que si usted se lleva, usando su ejemplo, una camiseta del H&M. Porque para que usted tenga esa camiseta concreta, H&M tiene que perderla. Pero las copias digitales, oh bendita inteligencia humana, SON INFINITAS.
  2. Yo tampoco obtengo un beneficio económico al descargarme “Desde que amanece apetece”(ni económico ni de ningún tipo). Quien sí obtiene un beneficio, y se lo lleva muerto, es la operadora de ADSL que me da el soporte tecnológico para descargármela. Y a esos nadie les pide cuentas, a pesar de que salta a la vista que son los grandes beneficiados del intercambio P2P. Si no fuera porque permite bajarse pelis, series y música a todo trapo, ¿para qué íbamos a querer ADSL 20 megas?

Habrá quien argumente, sin embargo, que al descargarme “Desde que amanece apetece” me estoy evitando un desembolso. Pero eso es una falacia lógica de las de libro. Comprendo que un distribuidor atribulado pretenda establecer una relación de causa-efecto entre copia descargada y entrada no vendida, pero a un guionista espabilado y con blog no deberían colarle un gol tan fácil, señor Santamano. Porque verá: yo podría bajarme la película y luego ir al cine a verla, pagando la entrada. Y no sólo eso: también podría ocurrir (de hecho así ocurre) que yo ni me la descargue ni vaya al cine a verla. Es decir, que yo puedo, en un arranque de lucidez, no ir al cine a ver “Desde que amanece apetece”, sin que de ello se derive que la causa es que me la he descargado. O sea, que podría ser –sólo es una teoría, ¿eh?- que el P2P no signifique EL FIN DEL CINE.

En cualquier caso, hay algo que no es: no es robar. El usuario de P2P no sólo no obtiene beneficio ilícito, sino que genera beneficio lícito. Sí, sí. ¿O no le suena la palabra CANON? Se paga por los CDs y DVDs, por los discos duros, por los reproductores digitales, por los teléfonos móviles... No está usted comiendo de gorra en Arzak, señor Santamano. Qué más querría. Está usted en un buffet libre. En un Fresh&Co. Se paga a la entrada, y luego se zampa uno todo lo que quiera. (Y a la noche, se vomita. Pero eso ya es otra historia).

Se ríe usted del "me la descargo y luego me la compro”, está obviando un dato muy significativo. Gírese, señor Santamano. Deje de mirar por un segundo la pantalla del ordenador y pose su vista en la estantería. Sí, ésa que está combada por el peso de los DVDs originales. ¿Cuántos tiene usted? ¿Cien, doscientos? ¿O es usted de los que compra muchos DVDs? Porque doscientos es una cifra bastante normalita. Y ahora haga memoria: ¿cuántos VHS originales tenía usted cuando aún tenía vídeo VHS? ¿Diez, veinte? Pues ya estaba por encima de la media.

La industria del home video está viviendo el mejor momento de su historia. Es un momento tan bueno, tan bueno... Que las distribuidoras han enloquecido de codicia y han pensado que si son capaces de ganar tanto dinero, tal vez puedan CONTROLAR EL MUNDO. Tal vez puedan evitar que la gente piense, se comunique, y elija según sus gustos. Pero lo llevan crudo.

En fin, siento estropearle su complejo de culpa, señor Santamano, pero usted ni es un ladrón ni nada que se le parezca. Si quiere sentir la emoción del delito, y de paso hacer un bien a la sociedad, salga a la calle y queme un ciclomotor, o rompa los cristales de una inmobiliaria, o méese en la puerta del Ministerio de Igualdad... Lo que prefiera. Pero bajando pelis de la mula... no es usted más que otro ciudadano inofensivo.

Eso sí, su blog mola bastante.