15/10/07

SITGES 2007

Si esperan una crónica del festival, no sigan leyendo. Ese título sólo es una maniobra desesperada para captar visitas.

Voy a hablarles muy brevemente de mi Sitges 2007. En primer lugar, conviene aclarar que no fui allí sólo por la peli de Vigalondo. Aunque era el evento más emocionante, había otro más alimenticio: dos horas antes del estreno de Los Cronocrímenes, firmé un contrato para escribir una peli con una gente que me da muy buen rollo. Uno de los productores, con apenas 30 años, es un ejemplo de intuición, energía y buen hacer que ya quisieran para sí muchos colegas con el doble de experiencia.

No les cuento más porque no debo. Y mola mucho más guardar secretos que contarlos.

El caso es que, con tanto trabajo y tantos amigos por allí –la mayoría nerviosos por el estreno de Vigalondo-, no hubo manera de quedar con alguno de ustedes, a pesar de los emails y los SMS. Mis disculpas. Aunque diré en mi descargo que estaba tan roto, que no llegué ni a pisar la fiesta de la peli.

El estreno de Los Cronocrímenes estuvo a la altura de las expectativas. Una presentación entrañable –Vigalondo hizo subir al escenario a docenas de amigos y colaboradores-, un público entregado, y 90 minutos de acción sin respiro. Yo ya la había visto en el laboratorio, así que de cuando en cuando me permitía girarme para ver las caras de los espectadores en momentos clave. Vi mesarse cabellos, taparse ojos, morderse uñas... A tope.

Como sé que es lo que se demanda de este post, haré una rápida valoración del festival. No he visto The Fall, pero sí he visto REC. Creo que se merece todos los premios recibidos, menos el de Mejor Guión. Ése, en mi opinión, debió ser para Los Cronocrímenes. Y probablemente se lo habría llevado si hubiera estado en el catálogo de cierta Gran Empresa Catalana. Así están las cosas.

El premio que más me alegró fue el de Mejor Actriz, por varias razones. En primer lugar, porque fue para una gran profesional y muy buena amiga, Manuela Velasco. En segundo lugar, porque entraña una buena ración de justicia poética.

Manuela, aunque actriz de vocación, se ha pasado años dando el callo en la tele de no ficción. Algunos de ustedes la conocerán por Cuatrosfera, pero ya antes llevaba así como un lustro alternando un curro de reportera en Sogecable Música con los trabajos de interpretación que le iban saliendo.

Que su primer papel protagonista en cine sea haciendo de reportera dicharachera, con tan buen resultado, y llevándose un premio tan importante por ello, es una verdadera lección. Una demostración de que el trabajo duro tiene su recompensa. Un ejemplo de que, en esta profesión, ninguna experiencia cae en saco roto. Por muy negro que se vea el panorama, hay que levantarse cada mañana dispuesto a ir al tajo. Con ganas o sin ellas, the show must go on.

Y un show que no podía faltar es el de Carlos Pumares. Este señor tiene todo lo malo de los críticos, con un añadido extra: que carece de la menor educación. Tiene la puñetera manía de escupir su desprecio por el trabajo ajeno a todo el que se cruza.

Citaría aquí algunas de las cosas que le oí decir, pero no merece la pena hacerle el juego. En este país se celebran más los defectos que las virtudes, y no me apetece dar pie a que nadie coree aquí sus insensateces.

Para mí, lo único bueno de Pumares es que basta con mirar de frente para perderle de vista. Creo que, en realidad, usa su estatura como escudo: sería tan fácil darle las dos hostias que se merece, que no resultaría justo.

En cualquier caso, palmarés y críticos aparte, Sitges 2007 queda como una cosecha excelente para el cine español: REC, El Orfanato, El Rey de la Montaña, Los Cronocrímenes, La Habitación de Fermat...

Para que digan que el cine de género en España no funciona. Y sin putas, yonquis, travestis ni guerra civil.

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