11/7/07

ACT ONE

(Publicada originalmente el 9.11.2005 en lacoctelera.com/pianistaenunburdel)

El gran Juan Antonio Porto contó en una de sus míticas clases de la Complutense el viejo chiste en el que se encuentran dos amigos y uno le pregunta a otro a qué se dedica:

AMIGO 1
Soy guionista.

AMIGO 2
¡Vaya! Tu madre estará orgullosa.

AMIGO 1
No se lo he dicho. Ella piensa que soy pianista en un burdel.

Como chiste, tampoco es para tirar cohetes. Pero tiene un aire como de refrán, que lo ha hecho válido para muchas otras profesiones supuestamente molonas.

El caso es que estos días he estado en un bonito y refrescante curso de guión en Córdoba y he tenido algunas experiencias significativas, que me animan a escribir sobre mis tribulaciones como guionista.

Y opino que el epígrafe “pianista en un burdel” suena romántico y evocador.

Espero no meterme en ningún lío por contar anécdotas reales.

¿Vale, jefe?

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1. INT. HABITACIÓN DEL ALBERGUE – DÍA

La primera experiencia es sólo una anécdota que no tiene que ver específicamente con el curso.

Estaba yo después de las clases en mi habitación del Albergue Juvenil (risas) cuando recibo una llamada del director de la serie: hay problemas con unas escenas que se desarrollan en un orfanato.

DIRECTOR
Es que Producción no puede conseguir niños.

YO
Ajá…

DIRECTOR
Así que necesitamos que las reescribas sin niños.

YO
(Apuntando) Reescribir escenas orfanato... Nada de niños.
(Sin ironía) De acuerdo. Ningún problema.


¿No les parece muy bonita la acotación “sin ironía”?

Yo aún estoy lejos del cinismo tipo “hazme caso a mí, que yo tengo un BMW”, que le dijeron una vez a mi colega Dani Sánchez. No lo justifico todo por la pasta.

Tampoco soy un descreído ni un fatalista. No me da por pensar cosas como “no hay espacio para el arte puro en esta sociedad corrompida”.

Simplemente creo que se puede ser santa de día y puta de noche. Es mejor que ser puta full time, que es lo que abunda.

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2. INT. FILMOTECA DE ANDALUCÍA - DÍA

La segunda experiencia podría llamarla “plegarias atendidas”.

Me apunté en este curso para reciclarme. Temía que tanto trabajar en telenovelas llegase a viciar mi forma de escribir. Ya saben: diálogos reiterativos, poca sutileza, demasiada información...

El curso fue muy estimulante: escribimos un montón de escenas.

De todas ellas, se eligieron cinco para que un grupo de excelentes actrices las montase ante una cámara.

Y de esas cinco escenas, las actrices sólo rechazaron una: malos diálogos, falta de sutileza, mucho blablabla...

(Aquí pongo una pausa dramática)

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Era mi escena.

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(Y aquí dejo un silencio para las risitas)

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P.S. Yo era el único guionista profesional de la clase.

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