31/7/07

PUTAS

(Publicado originalmente el 22.3.2006)


En una escena de Bullets Over Broadway, de Woody Allen -la más lúcida mirada sobre el trabajo del escritor dramático de la historia del cine-, un joven dramaturgo llamado David Shayne se despierta en plena noche, atribulado por las tremendas concesiones que tiene que hacer para estrenar su primera obra en Broadway. Shane se asoma a la ventana y grita:




El insigne guionista, dramaturgo y director David Mamet publicó en 1994 una recopilación de notas y ensayos sobre su trabajo en el teatro y el cine. Un libro fundamental que tituló significativamente Una profesión de putas.

No son los únicos autores que han pronunciado esa verdad esencial. Es un hecho. Los guionistas somos putas. Fabricamos satisfacción a medida, y lo hacemos por dinero.

Que nadie se confunda: esto no es un lamento, ni una disculpa. Ser puta no es malo. Tampoco inhabilita para vivir el verdadero amor. Se puede ser santa de día y puta de noche. De hecho, quizá sea la forma más divertida de vivir. Hay clientes encantadores que pueden llegar a ser buenos amigos. Follar con ellos puede ser tan divertido como con cualquier novio.

Para sobrevivir siendo puta, sólo hay que seguir unas sencillas normas:

- No lo hagas nunca sin condón.
- No fíes nunca, ni hagas rebajas ni regalos.
- Jamás te enamores de un cliente.


Hacerlo sin condón abre la puerta a todo tipo de enfermedades. Podrías ser plagiado, expoliado, mutilado o tergiversado, y pasar meses esperando a cobrar, sin figurar siquiera en créditos.

Hacer rebajas es una estupidez. Tu categoría es directamente proporcional a tu precio. Empieza a hacer rebajas, y acabarás en la Casa de Campo. Porque la voz se correrá -con perdón- y todos los clientes querrán descuento.

Pero enamorarse de un cliente... Eso es un pecado capital: conoces a un tío al que le encanta tu forma de escribir. Es simpático, se paga copas, alguna comida de vez en cuando... Y en vez de conformarte con eso, como además de puta eres ingenua, un buen día estás cediéndole gratis un proyecto. En otras palabras: le dejas vivir en tu casa. O, como dice el refrán: encima de puta, pones la cama.

Al poco tiempo, tienes la cocina hecha un desastre, hay pelos en la ducha, y el salón está lleno de desconocidos que ponen los pies encima de la mesa y opinan chorradas sobre tu trabajo. Al final, lo más probable es que tengas que mudarte, porque allí no se podrá vivir. Y si te quejas, el diálogo sonará parecido a esto:

PUTA.- Yo creí que me querías. Que te querías casar conmigo.
CLIENTE.- Pero ¿qué dices? ¡Si tú eres una puta! ¡P-u-t-a!




Todas las putas conocemos esas reglas, todas las consideramos fundamentales. Y todas nos las saltamos alguna vez. No pasa nada: somos humanos. Y las putas somos buena gente: confiadas, generosas... Ingenuas. Es normal que de vez en cuando nos den el palo. No te flageles cuando te pase. Mientras guardes para ti una pequeña parcela de pureza, todo irá bien.

Pero no te engañes: si follas por dinero, eres puta.

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