4/8/07

ANA OBREGÓN NO ES GUIONISTA

(Publicado originalmente el 20.5.2007)


No, señorita Obregón, para ser autora de una serie no basta con registrar a su nombre una biblia escrita por otros.

Eso es ser autora, pero de un delito.

Todo esto viene a cuento de que la juez Miriam Iglesias por fin ha considerado probado que la Obregón no era la autora de los guiones de "Ana y los 7". Un viaje para el que no necesitábamos alforjas, todo hay que decirlo.

Muchos compañeros guionistas han celebrado la noticia. Pero yo no estoy tan contento. Porque, como en los buenos guiones, aquí no está tan claro quién es el bueno y quién el malo.

Bueno, Ana Obregón es muy, muy mala. Eso está muy claro. Pero rememoremos los hechos:

"Ana y los 7" pivotaba sobre una tensión sexual no resuelta entre los personajes de Ana y Fernando. Durante 91 capítulos, se mostraron los tira-y-afloja de esa improbable pareja.

En la primavera del 2005, Ana y Fernando se casaban, lo que, obviamente, equivalía al final de la serie. Sin embargo, por cuestiones de conveniencia de parrilla, TVE decidió encargar cuatro episodios más a StarLine, la productora. Cuatro episodios de una de las series más vistas de España son un buen dinerito, así que la productora ni se lo pensó: dijo que sí.

Pero Ana Obregón, la protagonista, dijo que no. Que ella no seguía, porque esos cuatro capítulos extra consitituirían un engaño a la audiencia, un relleno de mala calidad, una morcilla después del postre.

StarLine le contesta a la señorita Obregón que cuatro capítulos de la serie más vista de España son un buen dinerito. Y a muchos trabajadores de la serie (guionistas, personal de plató, personal de postproducción) que no viven de lucir el palmito, les vendría muy bien ese dinero.

Como no se ponen de acuerdo, StarLine se pone salomónica y decide hacer esos cuatro capítulos extra... Sin Ana y sin Fernando. Propone montarlos en un avión camino de su luna de miel, y terminar la serie con el resto de personajes, que quedan muchas historias por cerrar.

Pero la Obregón se cierra en banda, y enarbola la bandera de la autoría. Dice que la serie es suya, que los guiones los ha escrito ella, y que allí no se emite nada sin su autorización. Llama a sus abogados, y se marchan todo contentos al juzgado, a pedir la suspensión cautelar de la serie.

Y a cambio una fianza de mierda, Su Señoría decide hacer caso a los prestigiosos abogados y a la reputada, con perdón, actriz. Se suspende la emisión de la serie por orden judicial.

Y de paso, Ana Obregón dice a todo el que quiera escucharle (que son todos los periodistas de todos los medios de todo el país, viva España), que ella tiene derecho a hacer lo que ha hecho, porque es la guionista.

Naturalmente, aquello no se lo creyó nadie que fuese capaz de leer sin mover los labios. El problema es que la gente capaz de leer sin mover los labios es una minoría en este país.

En su día, José Luis Acosta publicó un divertidísimo comunicado. ¿Lo recuerdan? 9000 a 1. Pero claro, José Luis Acosta tiene mucho menos poder de convocatoria que doña Ana, lo cual dice mucho del estado del periodismo de investigación. Con esta sucia jugada, la Obregón logró no sólo la suspensión cautelar de la serie, sino que legiones de iletrados de este país pensasen que, efectivamente, ella era la guionista.

No es cuestión de quién dice la verdad. No es cuestión de lógica. Es cuestión de cuántos micrófonos puedes convocar a tu alrededor. Goebbels estaría orgulloso de ella.

Ahora, por fin, la juez Miriam Iglesias ha dado la razón a TVE, y le ha concedido permiso para emitir los capítulos 92 a 95 de una serie que dejó de emitirse hace dos años.

Qué suerte.

Hay quien ve esta noticia como un triunfo de los guionistas. A mí no me lo parece en absoluto. En primer lugar, y mira que me cuesta decir esto, creo que Ana Obregón tenía toda la razón del mundo al decir que esos cuatro episodios extra eran un timo a la audiencia. ¿Recuerdan Twin Peaks? ¿Recuerdan los episodios posteriores al descubrimiento de quién mató a Laura Palmer?

Odio esas mierdas.

Y las cadenas las hacen constantemente. A mí me ha tocado alguna vez estirar una serie por "problemas" de parrilla. Cuando vean alguna serie que parece no acabar nunca, piensen que tal vez hay por ahí un tipo encorbatado que cobra ocho mil euros al mes y es incapaz de elaborar una parrilla con la antelación suficiente para saber si necesita trece capítulos o diecisiete. Y siempre se dan cuenta de que algo no cuadra en el capítulo once. Cuando ya estás cerrando tramas, cuando estás escribiendo los capítulos más vibrantes e intensos.

Estás a punto de correrte, y ellos te piden que empujes un cuartito de hora más. Total, con el gustirrinín que da, no te importará, ¿no?

Pero uno es un profesional. Sabe en qué medio trabaja, y sabe que el mundo no es perfecto en ningún sitio. Así que se arremanga e intenta solucionar el problema, aunque el problema lo haya creado otro.

Y si uno se pone digno, lo suyo es decir sencillamente "esto no lo hago", y afrontar las consecuencias. Pero sin arrogarse un mérito que no le corresponde. Sin robar.

En cualquier caso, en esta historia a los guionistas los jodieron tres veces: una, obligándoles a escribir relleno. Dos, impidiéndoles emitir su trabajo. Y tres, negando su autoría.

La única que sale ganando en este culebrón es la mala. Porque esta sentencia no va a empañar la imagen de "chica lista" que se forjó en su día.

Tengan en cuenta que TODA la profesión sabía que Ana Obregón mentía sobre los guiones de "Ana y los 7". Y aun así, BocaBoca le produjo otra serie, y Antena 3 la compró.
Y le dieron autoridad sobre los guiones.
Y se dio una hostia monumental.
Qué sorpresa, ¿verdad?

¿Creen que es casualidad que días antes de publicarse la sentencia Ana Obregón haya aparecido en cierta portada hablando de sus tetas? Le basta una exclusiva en bañador, o pactar un "robado" paseando de la mano con algún gilipollas, para neutralizar la posible mala prensa que genere la sentencia.

Al fin y al cabo, la mayor parte de la gente no tiene ni idea de cómo trabaja un guionista; ni ha visto un guión en su vida; ni le importa tres cojones cómo se hacen las series. Ellos ven a la Obregón diciendo sus frases, y con eso les basta.

Tampoco veo que nadie se pregunte cuánto deberá pagar la señorita Obregón en concepto de daños y perjuicios a la productora; cuánto deberá pagar por apropiación indebida de una propiedad intelectual ajena; cuánto por haber usado documentos falsos para engañar a un juez.

Y si a eso vamos, el número de españoles que sigue pensando que Ana Obregón está buena, supera con creces al número de españoles que vota a algún partido ecologista.

Así nos va.

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