4/8/07

TENGO UN GUIÓN. ¿Y AHORA QUÉ?

(Publicado originalmente el 24.5.2007)


No sé qué pasa últimamente, pero al tiempo que las visitas aumentan, el correo de los lectores se está poniendo interesante.

G., con quien había cruzado unos emails sobre los pasos a dar para llegar a trabajar de guionista, me escribió hace poco para decirme que había conseguido una prueba de guionista en Globomedia. Quizá dentro de unos días se haya convertido en staff writer de alguna serie que todos ustedes conocen.

El malandrín de Zorrochino, por su parte, ha conseguido algo casi imposible: que me lea un guión de un desconocido sin que me paguen por ello. Y estaba muy bien, además. Hay que decir que Vigalondo, que es un inconsciente, tuvo algo que ver en ello: él se lo leyó primero, y me dijo que merecía la pena. Así que ya sabéis, niños: no lo intentéis en casa. (Casi) nunca me leo guiones de desconocidos.

Y hoy me ha escrito de nuevo Kike, estudiante de 2º de comunicación que la primera vez que escribió se definía a sí mismo como "jovenzuelo con ideas". Kike admite no haber llegado todavía a escribir 1.000 páginas, pero dice que anda por las 500. Y en su email de hoy me decía esto:

Buenas pianista: Tengo 106 páginas de guión, cons sus secuencias, sus escenarios, sus diálogos, su fuente de letra courier 12 y sin faltas de ortografía. Esta impreso con portadita e incluso encuadernado... ¿Y que diantre hago ahora con esto?

Mi respuesta (recuerden: siempre contesto) ha sido este TOCHO:

Bueno, lo primero que yo haría sería organizar una lectura para un grupo de personas cercanas, pero ajenas al guión.

La forma normal de hacerlo es reunirlas en un sitio cómodo donde no le vaya a interrumpir nadie. O sea, nada de bares, ni parques: un salón de una casa, y con los teléfonos desconectados. El grupo de oyentes perfecto está entre los 4 y los 8. Es importante que todos sean conocidos, para que nadie le toque demasiado las narices con tonterías. Procure que estén cómodos, que haya agua, refrescos y algo de picar, para que no tengan que estar levantándose cada diez minutos. Proporcióneles una copia del guión a cada uno, y un lápiz.

Lea el guión usted solo, interpretando los personajes y leyendo las acotaciones. Introduzca alguna aclaración aquí y allá, si es necesario. Y procure que no le interrumpan con opiniones durante la lectura. Invíteles a tomar nota de lo que quieran decir, y que lo hagan al final. O, si lo prefiere, al final de cada acto.

Observe sus reacciones mientras lee. Ese grupo de personas es lo más parecido que tiene a "el público". Y sus reacciones espontáneas valen más que la opinión de ningún productor, analista o bloguero. Esté atento a la forma en que reciben cada pasaje, pero no se ponga a tomar notas, se estropearía el efecto de la lectura. Sea profesional y trate de acordarse de qué pasajes les ha seducido, y cuáles les han aburrido.

Al finalizar la lectura, escuche sus opiniones con la mente abierta, y no pronuncie ninguna frase que empiece por "es que" o "lo que yo quería". Recuerde que no ha reunido a esas personas para convencerles de lo bueno que es su guión, sino para saber si realmente es bueno, y dónde se puede mejorar. Escuche sus opiniones con interés y respeto. Usted sabe que luego reescribirá el guión como le dé la real gana, pero no hace falta restregárselo por la cara a ellos. Es usted quien ha pedido opiniones ajenas. Si alguna no le interesa, disimule.

Si se atreve usted a seguir este consejo -y créame: casi nadie se atreve, y así le va al cine español- hágame saber qué tal le ha ido. Estoy seguro de que será la mejor clase de guión que ha recibido en su vida. Puede que sea descorazonadora, o puede que sea increíblemente satisfactoria. Dependerá de su guión, de su talento como orador y actor, y naturalmete de la catadura moral de las personas que ha elegido como oyentes. Pero en cualquier caso, será muy instructiva. Saldrá usted de ahí conociendo cada maldito resquicio de su guión, será capaz de calibrar sus defectos y sus virtudes, y estará preparado para venderlo.

Por otro lado, le recuerdo el consejo de Mr. Wolf: "no empecemos a chuparnos las pollas todavía". Ha escrito usted un guión. Enhorabuena. Ya es usted guionista, literalmente. Pero no se deje seducir por el peso y la textura de las hojas de papel. Es el primer guión para usted, para el resto del mundo es sólo otro guión. No espere que le hagan la ola por ser capaz de juntar palabras durante 106 páginas. O dicho de otro modo: le queda mucho trabajo por delante. Si pretende vender ese guión, recuerde el consejo que le di hace algunos emails: aprenda a venderlo en pocas frases. Los despachos de las productoras están llenos de guiones. Por pura estadística, algunos serán mejores que el suyo, y otros peores. Y ¿sabe qué? Eso no influye una mierda a la hora de que alguien elija leerlo. Porque, como le digo, los despachos están llenos -LLENOS- de guiones. Si quiere que alguien se tome la molestia de leer el suyo, en lugar de cualquier otro del montón, tendrá que darle una buena razón. La mejor es un buen resumen de viva voz. Si es usted capaz de presentar su historia en tres minutos, estará muy por encima de la media. Hoy en día, casi ningún productor tiene tiempo para leer un guión de un desconocido. Pero muchos de ellos acaban por encontrar un hueco de tres minutos para escuchar a alguien que haya insistido lo bastante para que le reciban.

Entrénese. Cada vez son más las productoras interesadas en escuchar pitchings. Prepárese para ello. Puede que opine usted que eso no debería ser cometido del guionista. Quizá esté calculando qué probabilidades tiene de vender la moto si envía a un colega a soltar el rollo. No se moleste. Tiene que ser usted. Hay que dar la cara. Y hay una razón: en este negocio nadie sabe qué será un éxito y qué un fracaso, de manera que es lógico que a un productor le guste poder mirar a la cara al primer tipo al que tendrá que pagar unos cuantos millones. Y también querrá oírle.


Si no sabe usted hablar, si no es capaz de defender su historia a cara de perro, tal vez es que su historia no valga un duro. También es posible que la historia sea un cañón, y usted un tipo tímido. Quién sabe, quizá encuentre un productor al que no le importe un pijo conocerle, y le dé 30.000 euros a cambio de 106 páginas. Yo no conozco el caso, pero yo tampoco soy William Goldman.

De todas formas, compare el coste de mis consejos (unas cervezas, unas bolsas de Ganchitos y unos cuantos días de superar la vergüenza) con lo que le costaría hacer lo que hace todo el mundo: imprimir, encuadernar y enviar cuarenta copias del guión, para que nunca nadie les conteste.

La Amazonia ya está bastante jodida.
Suerte y perdone por la chapa.

P.

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