4/8/07

MANUAL DE SUPERVIVENCIA PARA GUIONISTAS / 9

(Publicado originalmente el 21.3.2007)


Sala de guionistas de una conocida productora de Madrid. Los escritores están haciendo los últimos retoques al programa de hoy. Faltan minutos para la hora de irse a casa, cuando de pronto uno de ellos, que está hojeando EL PAÍS de hoy, abre los ojos como platos y grita:

“¡Eh, parad las máquinas! ¡NOTICIA BOMBA!”

Voy a hacer un paréntesis antes de explicar lo que ocurre: hablamos de un programa que consiste, básicamente, en parodiar e ironizar sobre noticias de actualidad. Un programa diario. Y en directo. Eso quiere decir que hasta el último momento, hasta minutos antes de empezar el programa, existe la posibilidad de que surja un notición que hay que incluir en el guión a toda prisa. Y no se trata sólo de dar la noticia, sino de hacer chistes sobre ella:

“Eh, que Letizia acaba de dar a luz. Necesitamos dos minutos de chistes sobre el asunto. Para dentro de tres minutos.”

La traducción, en términos laborales, de este formato, es que los guionistas tienen una hora de entrar, pero la hora de salir puede que no llegue hasta el final de la emisión. Por eso, algunos guionistas viven agobiados con la presión, ante la eventualidad de que el trabajo de todo un día se vea desbaratado de repente, cuando alguien grita:

“¡Paradlo todo! ¡Noticia-bomba! ¡Interviu trae robados de Elsa Pataky desnuda!”.

No es divertido. Pero es menos divertido vivir pensando que el cielo se puede caer sobre tu cabeza. Aunque de vez en cuando, efectivamente, se caiga, no sirve de nada estar lamentándolo antes de que ocurra. Y, sin embargo, mucha gente lo hace.

Fin del paréntesis. Volvamos a ese guionista que grita "parad las máquinas". Sus compañeros le miran aterrados, pre-deprimidos ya, antes de conocer cuál es la noticia-bomba que les acaba de estropear una cena, o un concierto, o una velada relajada de sofá y House; cuál es la primicia que les va a obligar a escribir mal y deprisa chistes malos sobre un tema que no les interesa (nada resulta interesante a la hora de irse a casa).

El guionista abre EL PAÍS, extrae una página y la muestra a sus compañeros, gritando:

“¡HA CAÍDO EL MURO DE BERLÍN!”

Los compañeros bizquean un par de segundos, desconcertados, hasta que comprueban que la página no es más que la portada histórica que el diario regala ese día: 9 de noviembre de 1989.

Algunos compañeros rugen de ira, mientras algunos otros (los menos) se ríen de la broma. Mi consejo de hoy es muy sencillo: intenta ser de los que hacen esas bromas, o al menos, de los que las disfrutan.

No merece la pena amargarse en este trabajo. Es más, resulta poco profesional. La única responsabilidad de un guionista de comedia es divertir e incomodar al público a partes iguales: meter el dedo en la llaga, pero sólo para hacer cosquillas. Las caras largas no vienen a cuento en esta profesión.

No somos cirujanos. Por mucho que nos equivoquemos, por mal y deprisa que tengamos que trabajar a veces, por mucho que nos estropeen nuestras obras... Nadie se va a morir. Como mucho, alguien se dormirá.

Así que tranquilidad, y procuremos pasarlo bien. Es una orden.

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