4/8/07

CRISIS

(Publicado originalmente el 12.10.2006)


Llevo algún tiempo demorando el momento de volver a hablar de los críticos. Y es que es difícil entrar en un tema tan complejo. Porque, ¿qué son los críticos?

La opinión más extendida es que los críticos son periodistas. Yo no lo veo así. Entiendo que el periodismo es una noble profesión que se basa en la objetividad, una adecuada documentación, y la capacidad para contar y describir hechos. No conozco a un solo crítico que reúna esas condiciones.

En lugar de objetividad, los críticos aportan adjetivos, suposiciones y premoniciones. En la crítica de cine, son muy comunes calificativos como bodrio, tostón, o infumable. O por el contrario: exquisita, prometedora, o llamada a triunfar.

En vez de documentarse, los críticos se contentan con los datos ofrecidos por productores y distribuidores. Eso les coloca, básicamente, un paso por delante del espectador medio en conocimientos cinematográficos. De ahí que siempre se entreviste a actores y directores, y casi nunca a guionistas, directores de fotografía, de producción, de arte... De ahí que contribuyan a la equivocada idea de que las películas se hacen en el rodaje, olvidando procesos tan fundamentales como la redacción del guión, la preproducción y la postproducción.

Por último, incapaces de describir hechos, los críticos venden opiniones. A veces, incluso, escriben experiencias personales, anécdotas de sus andanzas en tal o cual festival, o valoraciones sobre la belleza de una estrella o el fracaso matrimonial de otra.

Visto que no son periodistas en absoluto –y dejando de lado la pregunta de por qué son tratados como tales- podría pensarse, entonces, que los críticos son artistas. Al fin y al cabo, comunican una expresión personal, propia, que trasciende la realidad. Pero tampoco es así, porque los críticos no crean nada independiente. Sus palabras siempre están supeditadas a la obra de otro, sin la cual ni siquiera existirían. Su obra sólo es un reflejo, más o menos distorsionado, de otra obra.

Entonces, ¿qué son los críticos? ¿Qué función social cumple esta gente? ¿Fomentar la industria del cine? No, desde luego. Una buena crítica apenas tiene traducción en taquilla. Diez buenas críticas no llevarán al cine ni la mitad de gente que un buen trailer. Aunque es cierto que una mala crítica sí contribuye –y mucho- al fracaso comercial de una película. Y es que cuando un espectador potencial lee afirmaciones tan tajantes como nada tiene gracia, o aburre a las ovejas, lo normal es que piense que cuando el río suena, agua lleva.

Ellos se defienden argumentando que dicen La Verdad. Pero no es más que un sofisma. Sólo dicen la verdad sobre lo que opinan, no sobre unos hechos objetivos. Por otro lado, todo el mundo -menos ellos- comprende que no es oportuno presentarse en un velatorio a decirle a la viuda que el finado era un putero. Una cosa es decir la verdad, y otra ser un bocazas.

Yo no soy un experto en la materia (de hecho no soy un experto en nada), pero diría que la función social de los críticos se parece mucho a la del parásito: un organismo que vive a costa de otro, al que no produce ningún beneficio.

Pero esto no hace más que complicar la pregunta inicial: ¿qué son los críticos? Porque si son parásitos, cabe preguntarse por qué nadie los elimina. Pensemos una cosa: ¿Qué sería de los críticos sin el cine? Estarían en el paro. Y por otro lado, ¿qué necesidad tiene el cine de los críticos? Yo creo que ninguna.

Y, sin embargo, los distribuidores siguen empeñados en organizar pases "de prensa". Invitan a canapés a gente que ni siquiera ve la película entera, y que puede arruinarlos publicando un libelo infame el mismo día en que una película se estrena. Porque esa es otra: ¿no podrían esperar un mísero fin de semana antes de escupir sobre el trabajo ajeno? ¿Por qué los jefes de redacción de tantos diarios permiten que gente sin oficio ni beneficio pontifique de esa manera desde sus páginas, como si supiera de lo que habla?

De verdad, estoy perdido. Díganmelo ustedes: ¿qué son los críticos?

Mientras se lo piensan, les dejo un par de citas. La primera es parte de un artículo de Fran Gayo sobre la Mostra de Venecia, publicado en RockdeLux, y que me hace llegar Vencido (gracias).

La segunda es de David Mamet, está tomada del libro que reseñé hace poco en el post Biblioteca / 5, y la suscribo al cien por cien.

La tercera edición con Marco Muller en la dirección ha servido para al fin laurear al maestro chino JIA ZHANG KE, quien participaba por partida doble, con "Dong" (documental sobre el pintor Liu Xiaodong) y "Still life". Esta última, incorporada a la sección oficial como película sorpresa, acabó alzándose con el León de Oro y dejando en evidencia a buena parte de la crítica española, que previamente había decidido fumarse su pase de prensa como el que se fuma una clase de manualidades, animada por una hora de proyección algo intempestiva y por una arrogancia crónica que empieza a devenir en miopía.
Curiosamente, y pese a su ausencia en dicha proyección, pese a una actitud escasamente profesional, algunas de nuestras firmas más ilustres no han tenido reparos en juzgar con tono jocoso el palmarés. Al final, y a la vista de las crónicas publicadas en los principales diarios estatales, el futuro para la crítica de cine en España parece detenerse en el terreno de la humorada castiza, la ridiculización sistemática de todo aquello que resulta ajeno o novedoso y una interminable plañidera que se repite en cada columna glosando (pequeñas tragedias...) lo ingratísimo de su labor.

Fran Gayo. Revista “Rockdelux”, Octubre 2006.

Hay críticos buenos y críticos malos, críticos bienintencionados y depravados. Soy como todo el mundo: prefiero que me alaben a que me critiquen. Hay gente que puede escribir sobre mi trabajo y decir cosas muy, muy interesantes, pero que Dios me libre de hacerles caso. No hablan de una manera amable y respetuosa, tal y como yo hablaría de ellos si mi trabajo consistiera en criticarlos. Así que, en pocas palabras, que se vayan todos a la mierda.
Conversaciones con David Mamet”. Leslie Kane, ed. Alba Editorial.

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