4/8/07

PORNOGRAFÍA

(Publicado originalmente el 4.1.2007)


Mediados de junio
. Escribimos un capítulo de una comedia. Sinopsis: El protagonista, intentando reconciliarse con su esposa, le prepara una fiesta sorpresa por su cumpleaños. La idea es que sólo acudan sus mejores amigas. Pero entra en juego el amigo vividor del protagonista, y lo que se planteaba como una tranquila reunión de chicas finas se convierte, a espaldas del protagonista, en una fiesta loca con drogas, alcohol y sexo de por medio.

Como esto resulta caro y complicado de realizar, los guionistas tenemos que idear formas de comunicar la idea de desmadre sin implicar a docenas de personajes ni mostrar situaciones demasiado fuertes.

Una de mis escenas preferidas era una discusión entre el protagonista y su amigo, en el dormitorio de la casa. El protagonista está reprochando a su amigo que haya arruinado la fiesta sorpresa, y que haya convertido su intento de reconciliación en un nuevo conflicto conyugal. El amigo intenta descaradamente convencerle de que la fiesta no se ha desmadrado tanto. Mientras discuten, en una pared del dormitorio descubrimos una pintada que reza: “A follar, a follar, que se chocan los planetas.”

El rótulo final, en emisión, fue: “Viva Yo”. ¿Saben por qué? Porque el original era demasiado fuerte.

Mediados de noviembre. Reunión de guionistas de otra serie. Dramática. Estamos trabajando en una escena en la que un malo tiene al protagonista encañonado con una pistola. El malo es un homosexual reprimido. Está obsesionado con desenmascarar y torturar a homosexuales, es un verdadero sádico. Le dice al protagonista que se ponga de rodillas, le acerca el cañón de la pistola a la cara, y le dice: "Abre la boca. Chúpamela."

Pausa. A todo el mundo le parece muy fuerte.

¿Y si lo cambiamos por chupa esto? No convence. ¿Y si lo cambiamos por cómete esto? Nada. Al final, prescindimos totalmente de ese gesto. ¿Saben por qué? Porque es demasiado FUERTE.


30 de diciembre
. Televisión Española emite, en horario de protección infantil (insertar aquí risas enlatadas), las imágenes del ahorcamiento de Saddam Hussein. En plenas fiestas navideñas, cualquier niño pueden ver, en el telediario de las tres de la tarde, a un grupo de encapuchados entrar en un sórdido garaje y colgar a un hombre de una soga hasta que se le parte la médula y muere.

Esas imágenes están ahora a disposición de todo el mundo, sin disclaimers ni advertencias ni limitaciones, en medios de comunicación de masas que se consideran a sí mismo serios.

Las dos censuras que he descrito se referían a alusiones al sexo. Ocurrían en situaciones no sexuales, con gente completamente vestida. Pero eran fuertes. ¿El asesinato de una persona, privada de toda dignidad, presentada sin un mísero porqué, es aceptable?

Cuando yo estudiaba Ciencias de la Información, había una asignatura llamada Ética y Deontología Profesional. Algo ha debido fallar en la enseñanza de esa materia, cuando vivimos en una época que mezcla, en los mismos medios de comunicación y en los mismos horarios, la censura más pacata con la más abyecta pornografía.

Les dejo de postre un extracto de la crónica de las campanadas publicada el pasado martes por otro diario serio: El País. Atentos al último párrafo.

Y feliz año.


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