4/8/07

MANUAL DE SUPERVIVENCIA PARA GUIONISTAS / 7

(Publicado originalmente el 4.2.2007)


He sido profesor de guión en bastantes sitios, algunos muy cutres y algunos bastante prestigiosos. Siempre me ha parecido una actividad digna, útil y enriquecedora (en términos espirituales). Siempre he dedicado muchas horas a preparar mis charlas, talleres y cursillos, y por lo general la respuesta del alumnado ha sido bastante buena, a veces buenísima. De algunos cursos me siento orgulloso, de otros no tanto. Pero siempre he dado lo mejor de mí mismo, así que siempre he tenido la conciencia tranquila...

Hasta hoy.

Hoy me he dado cuenta de que, todo este tiempo, he estado enseñando como algo fundamental una teoría que, en realidad, es una estupidez. Y lo que es peor: una estupidez puritana.

Verán, es un axioma de lo más extendido que, en un guión literario, sólo se debe escribir aquello que la cámara puede filmar. Cosas, personas, acciones, diálogos... fotografiables. Todo lo que no sea fotografiable debe quedar fuera. Es de lógica, ¿no? Es un guión de cine, no una puñetera novela. ¿De qué sirve escribir que la protagonista llora al saber que nunca volverá a ver a su madre? Lo que la cámara va a filmar es a la protagonista llorando. Punto. Es el resto de la película lo que tiene que hacer al espectador comprender por qué llora.

David Mamet lo explica muy bien en su magnífico libro Sobre la Dirección de Cine (incluido en el tomo Una Profesión de Putas):




Plas, plas, plas. Nos hemos lucido, señor Mamet. Usted y yo. ¿Sabe lo que hemos estado haciendo? Hemos estado lavándoles el cerebro a los jóvenes aspirantes a guionistas. Les hemos convertido en miembros de la Secta del Guión Bien Escrito. Les hemos preparado para un mundo ideal lleno de gente tan lista como nosotros y ellos. Le hemos puesto de espaldas a la industria. Les hemos enseñado a escribir para gente que NO EXISTE.

Usted mismo dice que para leer un guión bien escrito hay que tener formación cinematográfica. ¡Y usted mismo dice que los ejecutivos no la tienen! ¿No es eso como invitar a la gente a que escriba para sus amigos? ¿Cómo van a vender nunca un guión, si la gente que los tienen que comprar NO LOS ENTIENDEN? En otras palabras, ¿a quién le importa que el guión esté escrito como Dios manda, si nadie lo va a comprar? Y por otro lado, ¿acaso unas acotaciones excesivas hacen peor la película? Puede que hagan peor el guión. ¡Pues que le den por saco al guión! ¿Acaso vale para algo si no se hace una película con él? Seamos serios: omitir esas descripciones imposibles de filmar sólo sirve para halagar nuestra inteligencia. Una actividad posiblemente placentera, pero sin duda poco rentable.

Cuando leí el guión de Los Cronocrímenes, estaba convencido de que sería un éxito arrebatador en pantalla. Aún sigo convencido, incluso teniendo en cuenta las dificultades que entraña exhibir una película de género en España. Pero me equivoqué en una cosa: pensé que les encantaría a los agentes financieros: pocos personajes, pocas localizaciones, acciones asequibles... Pensé que no les sería difícil encontrar pasta.

Y sin embargo, ni una sola televisión quiso financiarla. Ni siquiera TVE, que tenía la incontestable justificación de estar financiando el debut de un cortometrajista nominado al Oscar. Me consta que la persona responsable de compras de una cadenas dijo, literalmente, que no entendía el guión. De hecho, tuvo que llamar a un joven y exitoso director amigo suyo para que se lo explicase, cosa que no le llevó gran esfuerzo, porque el guión se entiende perfectamente. La historia es directa y contundente como un puñetazo en la cara. Los diálogos –pocos- son certeros y ágiles. Las motivaciones de los personajes, prístinas. Y las sorpresas están en su sitio. Funciona como un tiro.

Pero estaba demasiado bien escrito. Hay que saber un poco de cine para comprenderlo. No le pidan eso a un responsable de compras de cine. Bastante tiene con no arruinar a su cadena. ¿Encima tiene que saber dirigir?

En fin, lo de Los Cronocrímenes es una teoría mía. Igual no la financiaron porque les cae mal Vigalondo, o los hermanos Ibarretxe, o Karra Elejalde. Quizá leyeron el guión un día en que habían discutido con su pareja, o bebido demasiado vino en la comida. El Rioja Reserva es lo que tiene, que entra como el agua, pero deja una resaca fatal. Aunque lo pague el contribuyente.

Pero échenle un vistazo a este otro ejemplo. Es de un guión que otro genio, William Goldman, incluye en su imprescindible libro Nuevas Aventuras de un Guionista en Hollywood. Goldman se diferencia de Mamet, entre otras cosas, porque en lugar de dos nominaciones al Oscar, tiene dos Oscars. Y en que ha hecho muchas más superproducciones que Mamet, y en que cuando empezó a trabajar en Hollywood no era un autor dramático de enorme prestigio, sino un novelista de medio pelo. Vamos, que empezó desde cero. Mamet es uno de los escritores que más admiro, pero creo que la arrogancia de Goldman es mucho más útil que el puritanismo de Mamet.



Vale, de acuerdo. Puede que esté un poco pasado de rosca. Pero qué libertad, por favor. “Se caga de miedo”. Llama amigos a los lectores. No es ya que escriba cosas que no se pueden filmar. ¡Es que habla de tú a los que van a filmar el asunto! ¿Y saben qué? Se entiende. Los ejecutivos lo entienden. ¿Y saben qué más? Es igual de fácil –o difícil- de filmar que si estuviese escrito sin chistecillos ni explicaciones.

De manera que ahí va mi consejo de hoy:

Nadie va a comprar un guión que no entiende. Asegúrate de que el tuyo puede entenderlo un ejecutivo. Puedes ser brillante con la trama y el diálogo, que es lo que el público va a recibir. Pero las descripciones son para los ejecutivos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

De vez en cuando leo posts antiguos, y este ha sido como una revelacion.

A lo mejor habria que preparar dos versiones, una para los "ejecutivos", y otra por si el guion va a ser leido pour otro guionista. A ver si un colega nos van a quitar puntos por no ser lo bastante "inteligentes".
victor